16 julio, 2012

Visita a los Desiertos, Death Valley y Mojave.

Nos toca adentrarnos a uno de los lugares más inhóspitos de la tierra, uno de los lugares más calurosos de Estados Unidos y el lugar más bajo de este lado del charco, nos vamos a Death Valley.

Salimos dirección al desierto después de comer en L.A., pasamos al lado del pueblo de Mojave, que alberga un cementerio de aviones comerciales. Los almacenan aquí debido a la poca humedad que hay en el ambiente, cosa que ayuda a mantener los aviones en un buen estado de conservación.

Nuestro destino para ir a encarar el Death Valley era una pequeña población llamada Lone Pine.
De camino a Lone Pine nos estuvo azotando un viento muy fuerte cosa que nos hizo ir con más precaución de lo habitual, ya que cada vez que adelantábamos un camión el efecto del viento nos hacia tener que corregir el volante para no salirnos de la carretera, por suerte una vez en el pueblo, que más que pueblo son casas al lado de la carretera principal, el viento cesa y podemos acomodarnos y descansar para el duro día que nos esperará.
Nos levantamos a las 5.30 de la mañana para poder salir lo más temprano posible y evitar así las horas más calurosas del día, que según nos comentan es a partir de las 3 de la tarde y que lo ideal sería que a esa hora estuviéramos bajo sombra y no en medio del desierto.

A las 8:15 de la mañana ya teníamos unos agradables 96ºF, 36ºC, más tarde en Badwater Basin alcanzaríamos los 113ºF, 45ºC.

La primera parada que hacemos es un pequeño pueblo fantasma, ex antigua explotación de oro, pero como la gran mayoría de pueblos fantasmas en esta parte de los Estados unidos ¿Una vez terminado el oro, en medio del desierto que se puede hacer?

Nos acercamos a Hell’s Gate y ahora entendemos el porqué de este nombre, ver lo que ves entiendes porque es la puerta del infierno, simplemente sobrecogedor.
Así que nos vamos dirección hacia Furnace Creek, desde dónde se pueden apreciar unas curiosas formas en el terreno, además como dato curioso aquí se encuentra un campo de golf sobre una salina.
Tras derretirnos un poco en el sol nos vamos a recorrer la Artist road, una pequeña carretera de un solo sentido que te llevan entre cañones que te ofrecen una bonita gama de colores en la piedra, de ahí su nombre.

Y por fin el turno de tan ansiado trayecto, Badwater Basin el punto más bajo de todo el continente Americano, 85,5 m por debajo del nivel del mar, es una sensación curiosa, no por ningún síntoma físico, sino por pensar que en cualquier otro punto del planeta en esa circunstancia tendrías una columna de 86 metros de agua sobre tu cabeza, una presión nada despreciable.




Ya visitado lo más destacable del Death Valley, por falta de no disponer de un vehículo 4x4 nos vamos hacia Tecopa, que es dónde pasaremos la noche antes de partir hacia el siguiente desierto, Mojave.

Recomendación personal dormir en Tecopa en un sitio llamado Cynthia’s, es un lugar muy tranquilo, dónde puedes divisar las estrellas sin nada de contaminación lumínica y una tranquilidad absoluta. A pocos metros del “hotel” se halla un pequeño Oasis que por curiosidad nos acercamos a ver, además tienen unas tiendas indias que sirven de habitaciones para hospedarse.

Incluso en la más absoluta desolación siempre queda un resquicio de vida y esperanza.

Por cierto en Tecopa hay unos Hot Springs (aguas termales) que sientan de maravilla y más cuando la compañía es grata!


Al día siguiente volvemos a pisar el desierto, pero esta vez nos vamos al desierto de Mojave.

En el desierto de Mojave la principal atracción son las Kelso Dunes.

Estas dunas tienen la pecularidad de que debido a ciertas condiciones como son el tamaño de los granos de arena, la humedad a la que se encuentra esta y que la arena debe contener sílice cantan al pasar por su cresta y mover grandes cantidades de arena esta emita un sonido. Es un sonido curioso, difícil de explicar y que solo se da en 35 dunas de todo el planeta, de ahí a que las llamen, las dunas cantantes.


Pasamos el día en el desierto y nos dirigimos a nuestro siguiente destino un pequeño pueblo llamado Williams, del cual me enamoré, un pueblo dedicado única y exclusivamente a la Ruta 66, una calle con encanto y aderezado con todo lo que tiene que ver con la gasolina.



Pudimos disfrutar de un espectáculo de vaqueros y tras dar un paseo por el pueblo para abrir el apetito nos dirigimos al Café 66 dónde disfrutamos de una exquisita cena, en exquisita compañía todo ello regado con música en directo, así que disfrutamos un poco de la agradable noche bajo las estrellas antes de irnos a dormir.


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